Hasta tiempos recientes, el hábitat del lobo mexicano se extendía desde el Desierto de Sonora, Chihuahua y centro de México, hasta el oeste de Texas, sur de Nuevo México y Arizona central. (Nótese que recientes estudios completados por expertos en genética evidencian que los lobos habitaban hasta el norte de Colorado). Ocuparon un rango de hábitats muy amplio, desde zonas desérticas y semiáridas hasta bosques templados. De hábitos preferentemente nocturnos, los lobos se alimentaban básicamente de venados, berrendos, pecaríes (una especie de cerdo silvestre), borregos cimarrones, liebres y roedores. Al llegar el siglo XX, la reducción de sus presas naturales como los ciervos causaron que los lobos atacaran ganado, situación que produjo agresivas campañas de exterminio por parte de agencias gubernamentales de los Estados Unidos, así como la caza desmedida de ganaderos mexicanos.
Está clasificado según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales como "Extinto en estado salvaje" (EW). Lo que quiere decir que no existe ningún ejemplar viviendo silvestremente y difícilmente domesticado o en el zoológico.
Debido a que los lobos han sido repudiados por los ganaderos, quienes argumentaban que perdían sus becerros, vacas, caballos y burros por los ataques de estos cánidos, en los años 50 hizo que se les condenara al exterminio.
A principios de 1990 algunos autores consideraban que apenas quedaban 10 lobos en libertad pero no era confirmado. En la actualidad la población de lobos sólo es de 260 entre Estados Unidos y México, en el estado de Durango se encontraron los últimos lobos salvajes y en el estado de Texas.
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